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El 3 de mayo de 2025, en el Auditorio Martín Frías, dentro de la programación de las Fiestas de Mayo de Coca, Segovia, el artista, editor y profesor Pepe Murciego impartió una charla sobre el desaparecido taller alfarero de su familia, organizada por A.C. Los Azafranales, con la colaboración del Ayuntamiento de Coca.
La familia Murciego, oriunda de Jiménez de Jamuz (La Bañeza, León), se traslada a la villa segoviana de Coca en el año 1907, con Martín Murciego y María Martín a la cabeza, tras el compromiso de elaborar 90.000 potes de barro al año para la recogida de resina, a un precio de 6 céntimos de peseta la unidad, contratados por la Unión Resinera Española, compañía centrada en la producción y transformación de la resina del pino, establecida en la villa caucense en 1898.
Tras ellos, primero con Guillermo Murciego y Germana González al mando, y después con los hermanos Gabriel Murciego y Luis Murciego, el alfar familiar se mantuvo activo hasta los primeros años del siglo XXI, elaborando tanto piezas de alfarería tradicional, como piezas escultóricas de artesanía en barro.
Como fue habitual en todos los alfares de España, el alfar de Los Murciego comenzó realizando (además de potes para la Unión Resinera Española) todo tipo de utensilios de uso cotidiano: jarras, vasos, platos, cántaros, botijos, botijas, tiestos, cazuelas de asar, barreños, castañeras, soperas, ceniceros, candelabros, paragüeros, etc., y cuando el plástico comenzó a ganar la batalla del hogar, centró su actividad en piezas más decorativas.
Desde finales de los años 60 o principios de los 70, Luis Murciego comienza a modelar caretas, escudos, animales, personajes o piezas de alfarería tradicional con acabado antropomorfo o zoomorfo, bien en solitario, bien a cuatro manos junto a su hermano Gabriel, cuando la pieza precisaba de inicial torneado, iniciando una de las líneas de trabajo más singulares y fascinantes del alfar caucense, con seña de identidad propia vinculada a los movimientos populares y naif.
Un modo de hacer que culmina de manera espectacular en los últimos años del alfar de Los Murciego, con la elaboración de centenares de piezas escultóricas en gres, alentados por el reconocido artista segoviano José María Pérez de Cossío y el coleccionista de alfarería Justo García de Nava de la Asunción. Decía siempre Luis Murciego, con su inconfundible humor: “No soy escultor, soy espontáneo. Un escultor hace las cosas que quiere, yo hago las que me salen, las que sueño la noche anterior”.
Pepe Murciego, miembro de la familia en su cuarta generación, viene desarrollando desde 2021 una serie de proyectos de puesta en valor y memoria del alfar de Los Murciego, que comprende investigación, charlas y exposiciones, desde un punto de vista más tradicional, sumadas a un proyecto más amplio de arte contemporáneo, experimental y multidisciplinar, denominado NO COMEMOS BARRO, compuesto por piezas de diferente “torneado”, formato e (in)disciplina: arte instalación, edición experimental, arte de acción, etc. Un embarrado relato desde el que pregonar y reivindicar una salida digna a la precariedad del artista y del artesano.
Si no surgen contratiempos, de septiembre a diciembre de este año 2025, el Museo de Artes y Tradiciones Populares de la UAM en Madrid, albergará la exposición El Alfar de Los Murciego, con la pretensión posterior de ser mostrada en otros lugares de España.